“Entrar a una cancha y jugar al fútbol es lo más grande que me dio la vida”
El volante de Comunicaciones, Diego Casoppero, conversó con Pregoneros en tiempos de la pandemia mundial de Covid-19. De manera virtual, el joven mediocampista habló de sus inicios en un club de Villa Devoto. A los 5 años pasó al baby de Comunicaciones, donde alternó con las infantiles en cancha de 11. El recorrido por las inferiores hasta la llegada a la Reserva. Su amistad en el fútbol y en la vida con Nicolás Giovagnoli, desde el jardín de infantes en el Antonio Devoto hasta la secundaria en el Colegio 19 Luis Pasteur. Precisamente, el día del debut en la Primera ante Estudiantes lo reemplazó su amigo del alma, con la familia como testigo de un momento futbolístico que recuerda con emoción. Apasionante reportaje a un exquisito medio que lleva la identidad del Cartero con orgullo. En cuarentena entrena para ganarse un lugar en el equipo que sueña con la B Nacional.
Cuando un jugador de fútbol te dice que "ponerse los botines y entrar a una cancha de fútbol es algo maravilloso", estás en presencia de un profesional del balompié. Y, cuando ese deportista del juego más admirado en el planeta te confiesa que "entrar a una cancha de fútbol es lo más lindo que hay, es algo inexplicable", estás en presencia de un auténtico jugador de la redonda que luce la casaca aurinegra en el Alfredo Ramos con la gallardía y la estampa de un verdadero crack. Diego Casoppero, volante de la Primera división de Comunicaciones es uno de los futbolistas que con sólo 21 años muestra el juicio y la sabiduría propia de un experimentado futbolista del Cartero.
Pregoneros dialogó con el mediocampista, oriundo de la localidad bonaerense de San Martín, y sin lugar a dudas uno de los ciudadanos más destacados del barrio de Villa Devoto, que en tiempos de pandemia mundial del Covid-19 realiza sus entrenamientos de manera virtual con todas las ganas y las expectativas ante la tan esperada vuelta a las actividades, "el profe día a día está pasando una rutina al grupo para que hagamos en casa, con los elementos que tengamos, amoldarnos y trabajar para no perder el estado físico que es lo más importante", como expresara al cronista.
El centrocampista del Cartero mira hacia atrás y se emociona, se agarra la cabeza que luce un reciente corte de barbería. Casoppero expresa su sorpresa por lo precoz en el inicio de la práctica del fútbol, a la edad de 3 años, "arranqué a jugar al baby en Fénix, un club de barrio de Devoto, estuve hasta los 5 años y a partir de ahí me fui para Comunicaciones dónde comenzó todo". Mientras sus compañeritos del Jardín de Infantes en el Antonio Devoto jugaban en el patio, se trepaban a los árboles y corrían por los pasillos, el pibito ya hacía de las suyas con las bolitas y bollos de papel, una vez que la agarraba con la zapatilla nadie podía sacársela, ni siquiera un amigo con el que compartía la escuela y el club. Al menos eso le afirmó al periodista, aunque no hay pruebas que sostengan tal afirmación.
Cursó sus siete años de la primaria en la tradicional Escuela 15 Antonio Devoto, "era un buen estudiante, eso creo". Un niño que mostraba su simpatía y que irradiaba una tranquilidad que los propios maestros destacaban a sus padres, ya se lo veía diferente a los demás, "me llevo los mejores recuerdos de la primaria, desde mis compañeros hasta de los maestros, fue una enseñanza magnífica donde compartíamos muchas cosas, una de ellas era jugar a la pelota". El patio de la escuela fue testigo de su juego junto a un compañero de andanzas, quienes con humildad compartían la alegría de jugar al fútbol en las infantiles de Comunicaciones como la cosa más natural del mundo.
Ese compañerito de juego en la escuela y en el club era, nada más ni nada menos que Nicolás Giovagnoli, otra de las jóvenes promesas de la Primera del Cartero, "lo conozco desde que tenemos 3 años, nos conocimos por nuestras madres. Es una relación que tenemos desde ese entonces y nunca va a cambiar, es como mi hermano". Agregó, "también compartimos no sólo el juego del fútbol desde que arrancamos sino viajes, anécdotas, demasiadas cosas". Y cierra la respuesta con una definición que pinta en toda su dimensión humana, "me quedaría corto expresártelo con palabras la relación que llevamos".
Precisamente, a la hora de evocar el comienzo en las infantiles en cancha de 11 con la casaca aurinegra, donde hacía de las suyas en las canchitas de baby, deja estos conceptos, "arranqué las inferiores de la mano de Richard, me acuerdo que justamente estábamos en la pileta del club con Nico (Nicolás Giovagnoli) y nos vino a buscar para que vayamos a entrenar. Muy convencido no estábamos, hasta que dijimos que sí y fuimos, ahí arrancó todo". Estima que era en el verano de 2006...
"Mi familia en sí y mis amigos, la verdad que me ayudaron, y lo siguen haciendo hasta el día de hoy. Creo que eso influye mucho y estoy totalmente agradecido", así se expresó a la hora de destacar el apoyo de sus padres y hermanos en su camino por el fútbol infantil y juvenil del club de Agronomía. El pasaje a las inferiores coincidió con sus estudios de secundaria, "era volver del colegio, almorzar e ir al club a entrenar, pasaba toda la tarde ahí, estaba más en el club que en mi casa", se ríe el volante Casoppero al rememorar esos tiempos de adolescencia en que junto a su amigo Giovagnoli compartían el Colegio 19 de la calle Navarro, en Villa Devoto.
"Arranqué la secundaria en el Nacional 19 Luis Pasteur, fue una etapa muy linda para mí, dónde comencé yendo a la mañana y después por circunstancias del fútbol en que empezaba a entrenar a la mañana, tuve que cambiarme a la tarde". Acotó el joven mediocampista que "es un excelente colegio, me llevo los mejores recuerdos desde los compañeros hasta los profesores y preceptores, donde hasta el día de hoy tengo relación".
Expresó que "en las inferiores pasé por muchísimas cosas, tuve varios técnicos y cada uno me dejó algo, no sólo en lo futbolístico sino en lo personal, eso es lo más importante". Como les sucede a todos los chicos que estudian por la mañana, en un momento de las juveniles los entrenamientos se planifican para el horario matutino y ahí es cuando esos pibes deben decidir un cambio de turno o el abandono de la práctica deportiva. "Por suerte no se me complicó el tema del cambio de turno, primero porque mi familia me apoyó, ya que sabían que lo tenía que hacer por el futbol. Y sabían que no iba a cambiar eso por nada".
En la vida de todo juvenil del fútbol argentino, la llegada a la Tercera división del club -que se conoce como la Reserva- deja huellas imborrables en ese adolescente que aspira llegar a ese escalón que es la antesala de la Primera, que sin lugar a duda es el premio mayor para todo juvenil. "Mi debut en Reserva fue cuando tenía edad de Sexta división, en ese momento me habían subido a entrenar y jugar con Cuarta", manifestó el volante. "Estaba de técnico Carrizo, que en ese entonces era el ayudante de campo de Pizzo -que era el DT de Primera-. Fue una sensación muy hermosa, ya que uno siempre entrena desde chico para poder ser jugador profesional", dijo Diego Casoppero. Agregó que "ahí con eso ya estaba cada vez más cerca de poder cumplir el sueño, fue en el año 2016 contra Colegiales en cancha de Comu, entré faltando 15 minuto y fue algo muy pero muy lindo, tenía la confianza del técnico y de mis compañeros". Al cronista le confió que "de esas cosas uno nunca se olvida."
La llegada a la Primera
Si el debut en la Reserva es un momento en la vida futbolera que nadie olvida, esa primera vez en un campo de juego seguramente quede en el corazón y en la memoria del jugador de fútbol, "jugando en Reserva y Cuarta, iba a veces a entrenar con Primera, en ese momento el DT era el "Chano" Orfila". Diego Casoppero prosiguió con su historia, "hasta que en 2017 me avisan que iba a empezar a entrenar con ellos, fue una sensación hermosa porque después de tanto trabajo, sabía que estaba muy cerca de poder cumplir el sueño que era debutar".
De pronto, sus ojos se iluminaron, lágrimas de emoción que el destacado medio cartero no pudo disimular ante la atenta mirada del cronista, "mi debut fue un 12 de septiembre del 2017 contra Estudiantes de Buenos Aires, de visitante. La verdad es que no me lo esperaba porque en la semana iba a jugar otro compañero, pero no le llegó la transferencia y el DT había dicho que, si no jugaba él, iba a jugar Julián Rodríguez Seguer en ese momento". Agregó que "y cuando llegamos al vestuario agarra el DT y dice, bueno, ya que no llegó la transferencia, el que va a jugar -y se me venía acercando a mí- es Diego".
Explicó las sensaciones que un jugador tiene en las horas previas al partido, ese instante que siempre había deseado, soñado e imaginado, y que estaba a punto de ser vivido, ese recuerdo compartió Casoppero con Pregoneros, "en ese momento se me vino el mundo abajo, estaba a horas de poder cumplir el sueño que todo pibe quiere que es debutar". Con sus palabras ilustró ese mágico instante, como lo hace en la cancha cuando con su botín acaricia al balón con ese toque y la suavidad de los que saben, "fue una de las sensaciones más lindas que tuve en mi vida, amigo, te lo cuento como si fuera ayer". Casi no tuvo tiempo de avisar a los suyos, a quienes siempre lo alentaron y lo acompañaron en su carrera, "como te decía, en ese momento no sabía que iba a jugar hasta que me avisaron y mandé mensaje que iba a jugar, se vinieron volando para la cancha". Acotó que "fue un lindo partido, donde me sentí bastante cómodo, con la confianza de mis compañeros y el cuerpo técnico, donde por suerte pudimos ganar".
En el momento en que el periodista le pregunta sobre una instantánea de ese partido que quedó grabada en su retina, el volante le mostró una fotografía que guarda como uno de sus máximos tesoros, que sintetiza el sentido y el significado del concepto amistad. Nada más ni nada menos que el abrazo que se dan en ese partido del debut donde el pibe Casoppero con la casaca 8 en su espalda se saluda con otro pibe, Giovagnoli con la casaca 16 en el momento en que lo reemplaza. Una postal que simboliza la amistad de toda una vida, desde pequeño en el baby, las infantiles y las juveniles en el fútbol, como toda la vida escolar desde el jardín de infantes hasta la secundaria. Es un caso notable que sintetizó como sólo él pudo hacer, "es una alegría inmensa poder compartir juntos lo que estamos viviendo, ese partido fue mi debut justamente arranqué jugando y él entró por mí, cada vez que juega me pone muy contento".
La emoción del relato contagió al cronista, seguramente porque también fue testigo del camino por las juveniles hasta el debut de ambos deportistas en el primer equipo de Comunicaciones. El mediocentro tiene guardadas unas palabras para sus afectos, "la verdad es que fueron los que me impulsaron y lo siguen haciendo hasta el día de hoy, es un apoyo constante que se necesita en el deporte, estoy totalmente agradecido de eso, no me puedo quejar, tanto a mi familia como a mis amigos". Dijo que "como te decía antes, mi grupo de amigos salió del club y jugamos en inferiores juntos, algunos -como vos decías- se quedaron en el camino, pero la amistad va a estar siempre igual. Agregó que "subí al plantel de Primera junto a Alexis Vaiani, pero ya en ese plantel había más chicos, como el caso de Nico, Julián Rodríguez y Pochi".
Presente en pandemia y el sueño del Ascenso
Todo el mundo sabe que en el ámbito del fútbol no hay titulares seguros, eso es cierto, pero tampoco hay lugar para todos los profesionales entre los 11, ni siquiera entre los 18. El cronista indagó en ese momento de incertidumbre que todo futbolista alguna vez atravesó en su carrera, "tal cual, no hay puesto asegurado para nadie. Eso está bueno porque hace al grupo con una competencia interna positiva". Manifestó que "cada uno de nosotros sabe que en la semana tiene que dar al máximo en cada entrenamiento para ganarse un lugar el fin de semana". Recuerda con mucha entereza y fuerza interior lo vivido a fines de 2019, "la verdad fue un golpe duro, a mí me quedaban seis meses más de contrato y sabía que esto es fútbol, que puede pasar cualquier cosa y tenía que estar más preparado que nunca para poder cambiar la opinión del técnico. Y por suerte, se pudo dar así". Lo resume con la sencillez y la convicción de quien siente y pelea por lo hace en la cancha y en los entrenamientos.
"La pandemia nos agarró en un momento muy bueno para el plantel, tanto en lo físico, anímico y futbolísticamente. Veníamos haciendo las cosas bien para poder lograr el ascenso que tanto deseamos, pero ahora toca cuidarse, que ya vamos a estar todos juntos nuevamente", sentenció el mediocampista aurinegro sobre el presente que viven los futbolistas en una humanidad atravesada por el coronavirus como pandemia global. "Es un momento difícil para todos, uno siempre trata de mantenerse bien, obviamente adaptándose al espacio que tiene cada uno, no es lo mismo entrenar en tu casa que en el club, un poco cansa porque se hace muy rutinario todo", comentó Casoppero. Dijo que "en lo anímico hay que tratar de estar lo mejor posible, ahora más que nunca, ya que por lo menos hay una fecha estimada para volver a entrenar y eso nos tiene que motivar".
El volante Casoppero resume el espíritu de ese grupo de jugadores que visten los colores del aurinegro de la Agronomía, quienes aspiran por lograr el ascenso a la B Nacional en el terreno de juego. "Se dicen muchas cosas, pero son todas suposiciones, no sabemos cómo va a seguir esto, pero hay que estar preparado para cuando regrese todo y volver mejor que nunca, para seguir con lo que veníamos haciendo y tratar de lograr el ascenso". El equipo cuenta con el apoyo incondicional de una hinchada y del pueblo cartero en su conjunto que vive, sufre y disfruta cada partido, cada jornada en el Alfredo Ramos, y acompaña a la distancia en sus incursiones como visitante.
El cuerpo técnico liderado por Marcelo Franchini sabe que cuenta con el mediocampista Diego Casoppero para salir a la cancha en el momento que sea, en un plantel de profesionales que día a día, a distancia en el aislamiento social, entrena y se cuida para la vuelta imaginada y deseada, "no hay que perder de vista lo que es el tema futbolístico, hay que seguir entrenando y estar preparado para lo que sea". El cronista lo interroga, ¿soñás con una vuelta olímpica en el Alfredo Ramos? La respuesta fue inmediata, "siempre amigo, eso se piensa todos los días, pero para eso también hay que entrenar duro, para llegar a eso".
El volante se despide de la misma manera que se inició la entrevista virtual, con el sueño a cuestas de un joven que siente y vive a Comunicaciones como su casa, "sería una de las cosas más lindas de mi vida ascender y más si es con Comu, tiene un valor doble por todo lo que viví ahí". Ese es el mismo anhelo que sobrevuela las cabezas de cada uno de sus compañeros del equipo, sabe que el objetivo del Cartero es ascender de categoría, sin vueltas. Está ilusionado con la vuelta a las canchas, sostiene que la familia y los amigos estarán apoyando como a lo largo de su carrera en el club, "a veces te pueden criticar, pero siempre es para mejorar uno mismo".
"Uno pasa por muchas circunstancias, no sólo en lo futbolístico sino en lo personal, eso influye mucho, pero a medida que fueron pasando los años y cada vez estaba más cerca, estaba más decidido qué era lo que quería. Siento que crecí mucho, la verdad es que aprendí demasiado desde las inferiores hasta acá -como te digo-, no sólo en lo futbolístico sino en lo personal también, que eso es lo más importante. Por suerte tuve planteles que siempre te dejan algo", cerró Casoppero a modo de síntesis de su caminata por los rincones futboleros del club.
Se despide con un abrazo a la distancia y lanza una idea que resume la nota, "como te digo, entrar a una cancha y jugar al fútbol es lo más grande que me dio la vida". Es Diego Casoppero, jugador de la mitad de la cancha, uno de los cracks surgidos de la cantera aurinegra.
Claudio Morales*
*Periodista. Corresponsal, Colaborador y Productor Periodístico de medios de comunicación argentinos y del exterior. Director fundador del Grupo Pasteur, primer colectivo multimedia cultural-educativo juvenil de la Argentina.