“Si no somos constantes no conseguimos nada, luchen siempre por sus sueños”
Martín Sarandeses debutó en la Primera división del fútbol argentino en 2014 vistiendo la casaca del club que lo vio crecer desde las infantiles. Desde sus tiempos de la Escuela, el volante del Carcelero caminó división por división de las juveniles hasta su debut en el once titular de Lama. Oriundo de Villa Devoto, este elegante jugador del Ascenso en la Primera C entrena en medio de la cuarentena del Covid19 con el profesionalismo de un crack. Fuera del fútbol, trabaja en una tienda online y ayuda a la familia en este momento.
Es
un pibe de barrio, uno esos jóvenes que transitan por las calles de Villa
Devoto con la humildad y la sencillez de la vida que lo hace uno más de su
entorno. Sin embargo, en su manera de caminar y de relacionarse con su
comunidad se observa que es un ser diferente a los demás, preocupado y siempre pendiente
de su gente. Como en las canchas, donde despliega un fútbol con pinceladas de
calidad de juego y, al mismo tiempo, con la garra de los volantes que no puedan
permitirse que los rivales ingresen en el terreno local. Martín Sarandeses, el
capitán del club Lamadrid, en diálogo con Pregoneros en el repaso de su carrera
en el fútbol, a 6 años del debut en la Primera del Carcelero, en una nota que
se dio en tiempos de cuarentena por la pandemia mundial del coronavirus.E
"Fue una tarde realmente inolvidable, pasé muchos momentos para poder llegar ahí. Me acuerdo que jugamos contra Excursionistas en cancha de Nueva Chicago y el director técnico me había dicho que me iba a poner, pasaba el tiempo y no me ponía, y faltando cinco minutos me llamó y pude debutar", recordaba en el inicio de la charla con el cronista. "Fue una felicidad inmensa, jamás imaginé después todo lo que se venía con esta camiseta", acotó el volante que rememoraba la fecha del 25 de mayo de 2014 como uno de los momentos más trascendentales en su vida de deportista.
"Haciendo un balance en mi carrera estoy contento de poder estar donde estoy, es un club que quiero mucho, pasé muchas cosas deportivas y en lo humano", expresó Sarandeses, emocionado por la evocación y entusiasmado por los desafíos que seguramente vendrán con los mismos colores, los del Carcelero. "Tuve esa espina del 2015 que la pude suplir con el ascenso del 2018", dijo en alusión a los sinsabores de la profesión. "En el club dentro de poquito llegaré a los 150 partidos y me siento bien. En esta edad creo que uno es donde más completo se siente como jugador, empieza a madurar en lo futbolístico, en lo físico y en la personalidad", expresó con la confianza y la seguridad de quien ejerce la capitanía del equipo con toda soltura y gallardía.
Martín Sarandeses, al cabo de 6 años de formar parte de la plantilla de casacas azules, hizo un repaso a las tardes de triunfos y derrotas que lo marcaron en este tiempo. "Hubo momentos lindos y feos en mi carrera. En 2015, creo que fue el peor momento porque me tocó descender con el club (a la D) y la gloria máxima fue esa final contra Atlas por el ascenso (a la C)". Aclaró que "si bien erré un penal creo que ese día va a quedar grabado siempre en mi cabeza". "Otro momento hermoso fue la Copa Argentina, ganarle a Banfield, un equipo de Primera división", agregó el mediocampista.
Su relación con la redonda se inició en el baby fútbol que lo practicó en una escuela de fútbol llamada Los Amigos. Allí hizo sus primeras travesuras en el cemento de la canchita, ya mostraba la soltura con el balón y también daba rienda suelta a la vocación por la amistad y la camaradería en equipo. Algo que repetiría años después en Lamadrid, cuando arrancó la gran aventura en el mundo del fútbol, eran los inicios en su carrera por las inferiores del Carcelero. "En Lama arranqué a los 12 años, hice todas mis inferiores ahí. En edad de 6° división ya subía a hacer fútbol con la Primera en el selectivo del club y en 5° división me subieron a Primera". Le contó al reportero que su llegada a la Primera se dio de manera anticipada al no contar el club con plantel de Reserva en ese entonces en la C. "Nosotros en la C -en ese momento- no teníamos Reserva, así que saltaba de 4° o más chico a Primera. A mí me tocó subir en 5° al plantel profesional y los fines de semana bajaba a jugar para mi categoría".
A esta altura de la entrevista, la melancolía y algunos fantasmas del pasado sobrevolaron ante la pregunta del periodista sobre qué recordaba de aquellos días en que iba con el bolso botinero a los entrenamientos de las juveniles de Lamadrid con sueños e ilusiones a cuesta, "uno cuando es chico y está en inferiores sueña con llegar a Primera. En mi cabeza pasaba eso todo el tiempo y me preparaba para poder llegar, creo que por suerte dio resultado". La memoria de la adolescencia se hizo presente en la nota, de pronto surgieron momentos y vivencias de edad escolar. El caso de las travesuras en la parada de colectivos, donde ese pibe y los compañeros de categoría se escondían para subirse al colectivo y viajar como colados. "Sí, nosotros entrenábamos en el predio de los militares en Villa Martelli (al lado de Tecnópolis) y como salíamos todas las categorías juntas y esperábamos el bondi ahí en Colectora de General Paz, los bondis pasaban y no nos paraban. Entonces, siempre mandábamos a uno o dos que se quedaran en la parada y los demás nos escondíamos detrás de un cartel, así subíamos todos. Un par de nosotros pagaba, los demás se colaban todos".
Siguiendo con los recuerdos, Sarandeses le contó a Pregoneros que su primera entrevista periodística se la hicieron en su colegio secundario, el Colegio 19 Luis Pasteur cuando cursaba el 2° año en el turno mañana. Allí, en una mañana de 2008, el coordinador del taller de periodismo escolar lo retiró de su aula para la realización de la nota en el buffet de la escuela. Como si fuera ayer, recordó que la charla se dio alrededor del sueño de vestir la casaca del club de sus amores y de jugar en la máxima categoría, "llegar a la Primera y tener la posibilidad de jugar en algún club grande". Eran sus primeras declaraciones para el medio escolar Altavoz, "todo el día miro deporte en general, juego a la play y a la computadora".
Nunca descuidó los estudios, "a la tarde voy a entrenar y apenas llego, estudio", dijo alguna vez en su primera entrevista cuando era un adolescente que soñaba con llegar a la Primera. Siempre tuvo en claro que el camino no era sencillo, que debía superar muchos obstáculos como el cansancio que tenía cuando regresaba de las prácticas y tenía que dedicarse al estudio, "cuando llegás del club te dan ganas de darte una ducha e irte a dormir". Alguna vez se le cruzó por la cabeza dejar todo, "en un momento lo hice, dejé de jugar para ir a trabajar, duré 3 meses", expresó con una sonrisa. "Trabajaba en el supermercado Día, pasaron 3 meses y me dí cuenta que lo que me hacía feliz era el fútbol, así que volví a jugar". Constancia y compromiso por el trabajo, cualidades que lo movilizaron para llegar al presente que vive y disfruta día a día.
La interrupción de todas las actividades deportivas, como consecuencia de la cuarentena dispuesta por las autoridades nacionales a mediados del mes de marzo, motivó la pregunta acerca momento futbolístico del jugador, "me encuentro en un presente muy bueno, con mucho protagonismo y siendo el capitán del equipo desde hace 2 años". Señaló que "por suerte pude jugar casi todos los partidos y estar en un nivel bueno, ojalá que esto termine pronto y podamos volver lo más rápido posible a la actividad".
En el cierre de la nota dejó la última una impresión pensando en los chicos que anhelan un lugar en la Primera, "mi consejo es que trabajen duro para poder llegar, podemos tener cualidades, condiciones, pero si no somos constantes no conseguimos nada. Luchen siempre por sus sueños". Un exquisito jugador dentro del campo de juego, un joven con las ideas firmes y claras, como en los tiempos de estudiante en que reconocía ante el periódico escolar la satisfacción que sentía por el apoyo de su familia, "mi mamá y mi papá me apoyan siempre, quieren lo mejor para mí, saben que lo mejor para mí es el futbol".
Martín Sarandeses es uno de los jugadores "insignia" del Club Lamadrid, luce la cinta de capitán y sus hinchas le brindan muestras de afecto que al volante lo hace feliz. Sabe, sin embargo, que no puede descuidarse en lo físico. En cada entrenamiento trabaja y se esfuerza con el fin de demostrar en la cancha el fútbol que lo caracteriza, la marca y todo el despliegue que el mediocampista deja en cada actuación. Es uno de los jugadores que el pueblo carcelero aclama. Él lo sabe, pero vive la actualidad futbolística con la misma humildad que tenía cuando era pibe. Esa sencillez que siempre mostró y que lo convirtió en uno de los símbolos del plantel de Lama, colores de un club que siente y vive como si fuera su segundo hogar en Villa Devoto.
Claudio Morales*
*Periodista. Corresponsal, Colaborador y Productor Periodístico de medios de comunicación argentinos y del exterior. Director fundador del Grupo Pasteur, primer colectivo multimedia cultural-educativo juvenil de la Argentina.