“Soy un afortunado de la gente que me rodeó y me ayudó a estar donde estoy”
El lateral izquierdo de Comunicaciones, Nicolás Giovagnoli, dialogó con Pregoneros en tiempos de la pandemia mundial de Covid-19. En forma virtual, el joven defensor se refirió a sus inicios en un club de Villa Devoto. A los 5 años pasó al baby de Comunicaciones, donde alternó con las infantiles en cancha de 11. El recorrido por las inferiores hasta la llegada a la Reserva. La charla abordó la amistad con Diego Casoppero en el fútbol y en la vida, desde el jardín de infantes en la escuela Antonio Devoto hasta la secundaria en el Colegio 19 Luis Pasteur. Apasionante entrevista a un destacado defensa que se destaca por la marca cuerpo a cuerpo y el juego brillante que fastidia a los rivales, quienes suelen "atenderlo" en el terreno de juego. Es una de las joyas de la cantera del Cartero que luce con orgullo la identidad aurinegra. En cuarentena entrena para ganarse un lugar en el equipo que sueña con la B Nacional.
Hay personas que viven y disfrutan lo que hacen, sienten y se apasionan por lo que realizan, se identifican con los colores que visten y defienden en su oficio. El caso del jugador de fútbol que expresa que "es algo impresionante pisar una cancha, entrenar y jugar, creo que eso no tiene comparación alguna con nada", sintetiza en esas palabras la convicción y el compromiso que le imprime en cada presentación en el terreno de juego, en los entrenamientos, en el vestuario. No se trata de un experimentado deportista de la Primera, aunque su relación con la redonda surge a la edad de 3 años. Es un joven de 21 que ha caminado por todos los rincones del club Comunicaciones, quienes lo que conocen destacan esa eterna sonrisa que es todo un sello distintivo y resaltan su bajo perfil. Se trata de Nicolás Giovagnoli, lateral izquierdo aurinegro.
Pregoneros dialogó con el futbolista que a su edad muestra el juicio y la sabiduría propia de un profesional entrado en años. Giovagnoli es oriundo del barrio en que ha vivido toda la vida, Villa Devoto, que lo tiene como uno de sus hijos pródigos, y que en los tiempos de pandemia mundial del Covid-19 lleva adelante sus entrenamientos de manera virtual con todas las ganas y las expectativas ante la tan esperada vuelta a las actividades, "me siento bien, obviamente no es lo mismo entrenar por Zoom que en una cancha con una pelota, pero estamos intentando cubrir todo para llegar lo mejor posible a los entrenamientos", le expresó al cronista.
El marcador izquierdo del Cartero se sienta frente al teclado de su computadora, enfrente tiene el cuestionario de la entrevista periodística, lo observa con atención y piensa unos instantes. Se emociona con los recuerdos que surgen de inmediato, es una película de su vida deportiva que se remonta a la edad de 3 años, "mis inicios arrancaron en el club Fénix, en Villa Devoto, en ese momento con una linda cancha para jugar al fútbol y otra gran parte un restaurante enorme, donde nosotros corríamos todas las tardes y noches". A diferencia de su compañerito de juego en el baby quien no arriesgó a contar las razones de su salida del club, Giovagnoli no tuvo ningún drama en divulgar el motivo de su ingreso a Comunicaciones, "al parecer era mucho el revuelo y nos rajaron, así que la mayoría que integrábamos las categorías del club Fénix nos trasladamos a Comu".
A los 5 años, un grupito de pibes fue literalmente corrido por las personas mayores hartas que unos pequeños dieran vueltas a su alrededor en el restaurante de la institución deportiva y Fénix perdió a buena parte de sus categorías del baby. A esa edad, Nicolás Giovagnoli se mostraba como una pulga que en el jardín de infantes hacía de las suyas con uno de sus amigos de travesuras en la escuela y en el club. Ese pibito jugaba con las figuritas, tiraba las bolitas y a los bollos de papel los pateaba de un lado a otro del patio, dejaba a sus compañeros de jardín tirados por el camino y sólo le podían quitar la pelota imaginaria con algún empujón. ¿Qué se le cruzaba por la cabeza a ese niño de sólo 5 años? Seguramente el chico se ilusionaba con alguna estrella del fútbol, con entrar a una cancha y jugar al fútbol. Al periodista le dijo "toda mi infancia la pasé en el Antonio Devoto donde hice jardín y primaria". Se definió como "un pibe tranquilo que intentaba ser buena gente con todos y para los estudios medio vago, pero siempre me fue bien"; acotó que "tuve la suerte que me hayan quedado amigos que, de vez en cuando, nos vemos y nos damos un abrazo". Confiesa que "con mi hermano siempre tuve una relación muy pegada porque crecimos jugando juntos a todo, compartimos muchas cosas y él también tuvo su trayecto en el club".
La Escuela 15 Antonio Devoto, ubicada en el centro geográfico del barrio, es testigo del paso del defensor cartero. Ahí circuló por sus pasillos, el patio y las aulas de los siete grados, participó de sus actos escolares y disfrutó de las clases de educación física, en particular, cada vez que agarraba una pelota para el partidito con sus compañeros de grado. Era un niño que ya mostraba la gracia y la sonrisa en todo momento, callado por momentos y travieso como pocos, se lo veía concentrado en lo que más llamaba la atención a esa edad que era jugar a la pelota. Testigo de esa pasión por la redonda era otro pibe, Diego, que hacía las veces de compañero de andanzas, a ellos los unía una amistad familiar y así compartían la alegría de jugar al fútbol en las infantiles de Comunicaciones como si se tratara de la cosa más natural del mundo.
Ese amigo de juegos en la escuela, en el club y en la vida era, ni más ni menos que Diego Casoppero, otra de las jóvenes promesas de la Primera del Cartero, "a Diego lo conozco de toda la vida, fuimos vecinos, compañeros de escuela primaria, secundaria y toda una trayectoria en el fútbol, nuestras madres se conocieron en Fénix y de ahí en adelante se fortaleció todo". Y acotó la frase, "vos sabrás...", que la dijo con la picardía que lo caracteriza, con esa mirada cómplice de quien sabe que el cronista de alguna manera puede acreditar esa certeza.
A la hora de evocar la llegada a Comunicaciones, el zaguero Giovagnoli afirmó que "habrá sido 2007, 2008 -más o menos- cuando el chileno Richard llegó al baby de Comu y me incentivó a empezar en cancha de 11, estaba acompañado de mis amigos y compañeros de baby, así que accedimos, ahí arrancó todo". Con la generosidad y la humildad que lo caracteriza, el joven futbolista aurinegro dejó su pensamiento sobre esa etapa transitada en las infantiles y las inferiores del club de Agronomía, "me quedo con lindos recuerdos de las inferiores, solía disfrutar mucho de los entrenamientos y de quedarme a pasar la tarde jugando a la pelota, era hermoso".
La etapa de la secundaria la recuerda con especial cariño. Su paso por el Colegio 19 Luis Pasteur, de la calle Navarro en la zona residencial de Villa Devoto, le despierta los recuerdos más entrañables, los momentos vividos en sus cinco años de estudios los guarda en la memoria y en el corazón, "es un colegio que me llenó de valores y amistades, me encontré con un gran grupo de chicos que peleaban constantemente por lo suyo y eso es lo más lindo que me llevo, después de mis amistades y relaciones con mis compañeros, preceptores y profesores". No siempre resulta sencillo para un adolescente el manejo de los tiempos de estudios con los entrenamientos deportivos y los partidos de fútbol, sin embargo, para el defensor del Cartero las cosas fueron claras desde el principio, "siempre tuve la prioridad del club, así que los tiempos solía manejarlos bien, muy de vez en cuando se complicaban".
Así se lo veía en el colegio, esa misma paz que mostraba ante los demás, la tranquilidad de tener las metas y los objetivos bien fijados en la cabeza es lo que le permitió sortear más de una tormenta en la adolescencia, y es lo que le posibilitó estrechar una gran relación con sus pares, "mis compañeros siempre me apoyaban, pero me tenían como uno más, yo tampoco quería resaltar". Uno más del grupo, la humildad inculcada por su familia y que para él era cosa de todos los días, una práctica que también compartía con su amigo de aventuras, "con mi amigo Diego (Casoppero) ya veníamos de muchas vividas, así que la secundaria era una más de tantas".
Un pibe de barrio que disfrutaba como pocos lo que hacía, que nunca le pesó ni tampoco fue una excusa, cuando el preceptor destacaba su talento futbolero en las inferiores de Comunicaciones ante profesores y preceptores en público, se sonrojaba y buscaba cambiar el tema, no quería que nadie lo juzgara por otra cosa que no fuera por su desempeño escolar. Dejó otra expresión de sus vivencias, "la secundaria fue un lindo paso en mi vida, crecí mucho y aprendí valores que no conservaba". Y, también una sensación del momento que vive, "en este momento no estoy estudiando, es algo pendiente en mi vida, pero tengo como prioridad el fútbol y pienso que voy a quedar ligado a este deporte". Piensa cada paso, nada es casualidad, se toma su tiempo, analiza y mira a su alrededor, en la vida y en la cancha, el lateral hace una pausa para pensar en lo caminado por las inferiores, "tuve muchos compañeros y técnicos con los que compartí, y seguramente, de todos me llevé algo, cuando fui creciendo y cambiando un poco la cabeza, sabiendo que si no era así no iba a tener futuro, me di cuenta que había gente que me estaba marcando un camino y eso lo valoro mucho. Si no los nombro es porque no me quiero olvidar de nadie".
A la Tercera con la mente en la Primera
Cuando un juvenil transita por cada una de las categorías del fútbol de AFA lo hace con la vista fija en el horizonte llamado Tercera división -que se conoce como la Reserva-, cada chico tiene sus sueños e ilusiones, cada uno vive ese torbellino juvenil de maneras diversas. Nicolás Giovagnoli, conciente de sus posibilidades y conocedor del club en que defiende la casaca aurinegra, recuerda esa etapa como si fuera un hecho del día anterior. Deja huellas que permanecen imborrables a pesar del paso del tiempo, "mi llegada a Reserva fue rara, era algo nuevo para mí, pero yo venía haciendo bien las cosas y me dieron la oportunidad". Prosiguió en su relato que "si mal no recuerdo debuté en 2015 con el Colo Leroy, era la última fecha del campeonato con Armenio, ingresé un rato en el segundo tiempo y tuve la suerte de hacer un gol". De palabras justas y medidas, el zaguero le dijo al periodista, "qué más te puedo decir, fue algo inolvidable, esas cosas quedan marcadas como las más lindas que me tocaron vivir".
El debut en la Primera división es la meta más buscada por los juveniles que en cada club de todas las categorías del fútbol coinciden en llegar a ese momento único que, sin embargo, son pocos los que logran el arribo a ese lugar privilegiado en la carrera de un futbolista, "desde el momento en el que me di cuenta que Reserva y Primera estaban tan cerca no tuve en mente otra cosa que llegar". Explicó que "creo que acompañó mucho la llegada del Chano Orfila al club, un tipo con mucho carácter y sin pelos en la lengua, al que veía bien lo ponía, y eso podía incluir a cualquier pibe como yo". Dijo que "jugué la última fecha del año 2017 en cancha de Atlanta, fui al banco de suplentes y entré los últimos 15 minutos, tenía mi familia en la tribuna local infiltrada viéndome debutar". Le compartió al cronista cuál era la sensación que lo abordaba entonces, "yo con sensaciones encontradas, raras, no caí en el momento, como te dije en mi debut de Reserva, esas cosas quedan marcadas para uno como los momentos más lindos en el fútbol".
De pronto, sus ojos se iluminaron, lágrimas de emoción que el destacado lateral cartero no pudo disimular ante la atenta mirada virtual del cronista, quien le había acercado una fotografía que el jugador guarda como uno de sus máximos tesoros, que sintetiza el sentido y el significado del concepto amistad. La imagen fue obtenida en el momento del abrazo cuando Nicolás Giovagnoli reemplaza -nada más ni nada menos- al pibe Diego Casoppero el día de su debut en la Primera, con la casaca 8 en su espalda mientras que el zaguero lo hace con la casaca 16.
Toda una postal que simboliza la amistad de una vida, desde pequeño en el baby, las infantiles y las juveniles en el fútbol, como toda la vida escolar desde el jardín de infantes hasta la secundaria. "Era la primera fecha del torneo después de pelear un ascenso y conseguirlo, Diego (Casoppero) estaba en duda porque esperaban por el transfer de Brandon Paiber, a lo que todo esto no llega, pero Diego era el número 19 en la lista, a lo que el Chano decidió ponerlo como titular y bancarlo para que debute contra Estudiantes. Hizo un partidazo y me tocó reemplazarlo justo a mí, esas casualidades que la vida te pone en frente son muy locas, pero fue algo muy lindo".
Giovagnoli describe en su emocionado relato el apoyo y el acompañamiento de la familia que fue testigo del camino del defensor -que juega por la izquierda en el terreno de juego- por las juveniles del Cartero hasta la llegada a la Primera división de Comunicaciones, "diría que siempre fueron lo mejor conmigo, me tocó la mejor gente que me podía apoyar para poder llegar a Primera". Como si necesitara reiterar conceptos vertidos sobre la especial relación que lo une con el volante Casoppero, se explayó con una composición sobre la amistad que conmueve, que dejó al periodista sin palabras, "Diego es mi hermano y eso lo dice todo, nos conocemos de pie a la cabeza, vivimos todas juntos -las buenas, las malas, las risas, los llantos- y así seguramente sea siempre. Me tocó llegar y debutar antes que él, pero no se iba a quedar mucho atrás porque él venía mostrando buen nivel y después terminó de afirmarse". Agregó en su exposición que "hoy en día no quedan muchos chicos del club con nosotros, pero tuvimos la suerte de compartir plantel de Primera con muchos chicos de inferiores, y eso no es nada fácil".
Con un pie en el presente y la cabeza en el ascenso
El cronista quiso conocer la opinión del zaguero sobre un momento que resultó traumático para el conjunto de Agronomía tras el frustrado ascenso de categoría a manos de Deportivo Riestra con toda la polémica que encerró la definición de esa instancia deportiva. Los sucesivos cambios de técnicos hasta la llegada de Zermatten, su breve estadía en el club y la llegada de Marcelo Franchini que logró dar una vuelta de timón a una situación de caída libre en el equipo profesional, "pasamos por momentos buenos y malos con los técnicos, no está bueno que un técnico ni ningún compañero pierda el laburo, menos si nos va mal. La llegada de Marcelo (Franchini) nos dio otra cara como equipo y hubo muchas caras nuevas, ahora estamos en un gran momento, con ganas e ilusiones de volver y lograr grandes cosas".
Resulta una ley no escrita, que todo el mundo conoce en el ambiente del fútbol, sobre la no existencia de titulares seguros, aunque no es menos cierto que tampoco hay lugar para todos los profesionales entre los 11, ni siquiera entre los 18. El cronista lo indagó acerca de esa incertidumbre con la que carga todo futbolista alguna vez en su carrera, "todos queremos estar adentro, pero a veces hay que entender que son decisiones, gustos o fallas personales, acá el que se enoja pierde". Se lo consulta por cómo él maneja el tema, "intento estar fuerte de la cabeza cuando me toca estar afuera, acompañar y redoblar esfuerzos para estar cuando me necesiten. A veces, a un jugador de fútbol lo termina dejando afuera la cabeza, no es fácil mantenerse".
"Veníamos con mucha fe y mentalmente preparados para lo que venía, estábamos en las rectas finales y sabíamos que los márgenes de errores eran pocos, pero bueno la salud está como prioridad y ahora se debe esperar. Seguramente volvamos más ilusionados y entusiasmados que antes para lograr lindas cosas", sentenció el defensor cartero sobre el presente que viven los futbolistas en una humanidad atravesada por el coronavirus como pandemia global. "Está muy complicado, pero uno de este lado siempre intenta mirarlo de una manera positiva y busca la opción que se pueda hacer con las mejores precauciones", explicó Giovagnoli.
Una obsesión sobrevuela al pueblo aurinegro, lo saben los jugadores de Comu quienes tienen que convivir con esa ilusión sin perder de vista el momento que se vive en el país de cara a la pandemia. El ascenso a la B Nacional en el terreno de juego es la meta que congrega al cuerpo técnico y sus futbolistas. El equipo cuenta con el apoyo incondicional de una hinchada que vive, sufre y disfruta cada partido, cada jornada en el Alfredo Ramos, y acompaña a la distancia en sus incursiones como visitante. El cronista lo interroga, ¿soñás con una vuelta olímpica en el Alfredo Ramos? La respuesta fue inmediata, "sería una de las cosas más lindas ascender con el club, me siento parte, viví muchas cosas acá adentro y sería un gran logro en mi carrera, ojalá se pueda dar".
En el cierre de la entrevista concluye con una frase que habla a las claras de la confianza y del compromiso del jugador con su club, con su gente, "no me pongo techo, quiero llegar hasta donde me den las piernas y la cabeza, voy a hacer lo posible para llegar al primer nivel del fútbol". Se despide de la misma manera que se inició la entrevista virtual, con el sueño a cuestas de un joven que siente y vive a Comunicaciones como su casa, "soy un afortunado de la gente que me rodeó y me ayudó a estar donde estoy, no todos tienen esa suerte y hay vidas muy complicadas. Soy un pibe que creció y sigue creciendo como persona y como jugador, con sueños enormes y metas por cumplir"
Nicolás Giovagnoli se despide con un abrazo a la distancia y dispara una idea que resume la nota, "es la alegría más grande que se puede tener como jugador, entrar a una cancha y estar con la pelota, después de eso no existe nada más. Son muchas las sensaciones, va más allá de un partido, viene del vestuario, de los entrenamientos y del clima de los fines de semana con competición, los sábados de partido tienen un color y un clima diferente, se huele a lindo sábado o domingo". Es "Giova", como lo conocen sus compañeros y allegados, es un jugador del fondo de la cancha, otro de los cracks surgidos de la cantera aurinegra.
Claudio Morales*
*Periodista. Corresponsal, Colaborador y Productor Periodístico de medios de comunicación argentinos y del exterior. Director fundador del Grupo Pasteur, primer colectivo multimedia cultural-educativo juvenil de la Argentina.